La pasta a la carbonara es una receta tradicional italiana que combina de una forma maestra la pasta con el huevo, un queso italiano intenso, normalmente pecorino, y panceta (guanciale en italiano). Para dar un toque particular a esta clásica receta y crear una propuesta más ligera, sustituimos la panceta por nuestro polvo de setas de cardo coreano o cardo negro. Podemos usar cualquier variedad de polvo de setas, pero nosotros hemos elegido las setas de cardo porque aportan su característico sabor umami y cocinadas aportan un sabor más intenso que puede ser sustitutivo de la carne. Además, para disfrutar del sabor del polvo de seta proponemos sustituir el clásico pecorino por un queso de sabor más suave que no enmascare el sabor a seta, como por ejemplo emmental, gouda, cheddar o incluso parmesano dulce si queremos mantener el aroma italiano.
Preparación
1 – Ponemos a hervir 1.5 L de agua en una olla y cuando rompa a hervir añadimos las dos cucharadas de sal y la pasta. Se lleva de nuevo a ebullición y se deja hervir hasta que la pasta esté al dente. Seguiremos siempre las indicaciones del envase de la pasta que usemos.
2 – Mientras hierve la pasta podemos preparar la carbonara. Para ello echamos las 2 yemas de huevo en un bol, las batimos, le añadimos el queso rallado y mezclamos. Reservamos hasta que la pasta esté lista.
3 – En otro bol vertemos un cazo del agua de cocción de la pasta y le añadimos las 4 cucharaditas de polvo de seta. Movemos y reservamos. El agua de cocción de la pasta es otro ingrediente fundamental de la carbonara que le dará mayor cremosidad a la salsa.
4 – Una vez la pasta esté en su punto la escurrimos.
5 – Ponemos una sartén al fuego un par de minutos para que coja temperatura. Transcurrido este tiempo apagamos el fuego. Sin dejar enfriar la pasta la volvemos a poner en la sartén y la mezclamos con las yemas batidas y el queso, el caldo con el polvo y removemos sin dejar que la mezcla se vaya al fondo para evitar que cuaje el huevo. Este paso es fundamental para conseguir la carbonara y el secreto está en no dejar cuajar el huevo. Una vez esté ligada con el caldo y cremosa, estará lista para servir.
Finalmente deja volar tu imaginación para el emplatado.
Buon appetito!